Una decisión “febril”
En diciembre de 1887, la Madre Cabrini llegó a Roma con fiebre alta. Las Hermanas Misioneras, alarmadas por su deterioro físico, llamaron al doctor Morini. Éste pronosticó que le quedaban solo unos dos años de vida.
La misma Madre Cabrini sabía que probablemente le quedaba poco tiempo. En sus apuntes de retiro escribió frases como: "Podría morir pronto, muy pronto, por la incertidumbre de la vida o por la mala salud que me hace ver que la tumba me está esperando" y "Estoy obligada a conservar mi salud tanto como sea posible".
Sin embargo, a sus 37 años estaba más preocupada por responder a una solicitud reciente que por su salud. El asunto que pesaba en su corazón era una propuesta de monseñor Giovanni Batista Scalabrini para que iniciara una misión en los Estados Unidos.
Durante tres décadas de su vida, Francesca Cabrini se sintió llamada a ir a China. La idea de que Dios pudiera querer que tomara la dirección opuesta requirió mucha oración y reflexión.

Primer encuentro con el Papa León XIII
Durante su estancia en Roma, la Madre Cabrini solicitó ver al Papa León XIII. El 10 de enero de 1889, ella y tres Hermanas Misioneras tuvieron una audiencia privada. Pero en esa primera reunión la Madre Cabrini no dijo nada sobre la idea del obispo Scalabrini. Se limitó a presentarse y a hablar al Santo Padre de la labor de las Misioneras. En aquel momento había 105 hermanas profesas y 40 novicias.
No fue sino hasta su segunda audiencia con el Santo Padre cuando la Madre Cabrini sacó a colación la propuesta del obispo Scalabrini. Fue entonces cuando él le indicó: "No hacia Oriente, sino hacia Occidente...".
Una relación continua
A lo largo de los años, la Madre Cabrini siguió reuniéndose con el Santo Padre. Su relación era cálida y cordial, basada en el respeto mutuo y en la común devoción al Sagrado Corazón de Jesús. En junio de 1894, cuando Su Santidad se dirigía a los jardines vaticanos, reconoció a la Madre Cabrini en la calle y ordenó a su cochero que detuviera el carruaje.
La llamó para hablar con ella.
León XIII preguntó: "¿Cuándo parten para América?".
"El próximo septiembre, Su Santidad".
"¿Y cuántas son?"
"Dieciséis al principio, y el mismo número o más en la segunda salida". 
El pontífice quiso saber adónde se dirigían ahora. La respuesta fue: a Brasil.
"¡A Brasil! Pero, ¡qué campo tan vasto! ¡Trabajemos, Madre Cabrini! ¡Trabajemos! Luego, un hermoso cielo será nuestro".
"Me gusta trabajar", confesó la Madre Cabrini, "Sí, Su Santidad, pero el cielo... ¿será realmente nuestro?".
"Por supuesto", respondió León XIII, "el Cielo está hecho para quienes trabajan como tú". ¡Ánimo, Madre Cabrini! ¡A trabajar!"
 

Más reuniones con el Papa
 
No tenemos un registro completo del número de veces que la Madre Cabrini y el Papa León XIII se encontraron, pero su relación fue creciendo. Compartían una profunda preocupación por los pobres y los que sufren. Él ayudó a financiar algunas de sus misiones.
Sabemos que la Madre Cabrini se reunió con el pontífice en 1898, y de nuevo durante el Jubileo de 1900. En aquella ocasión, la Madre Cabrini tuvo una audiencia privada y, unos días después, asistió a la misa en la capilla del Papa.
Visitó al Santo Padre en la fiesta de la Inmaculada Concepción de 1901, y comentó que "parecía estar esperándome como un buen padre de familia".
La pena de la Madre Cabrini cuando León XIII falleció en 1903 fue profunda. Era un buen amigo tanto a nivel personal como también para las Hermanas Misioneras. La Madre Cabrini animó a las Hermanas a rezar por él, añadiendo: "Si nos protegió en la tierra, hará más que eso desde el cielo."
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